Con un traje rojo, pequeña y delgada, Christine dirige el movimiento de sus alumnos. Coordina su respiración y observa. Su relación con la danza inició cuando estaba en la universidad y acudía a ver los espectáculos de danza con familiares y amigos. Ella estudiaba francés y ruso pero en un momento decidió que sería bailarina; no estaba segura de continuar en un ambiente académico como el universitario, así que se mudó a Nueva York para estudiar danza profesionalmente. En la danza encontró su pasión, una forma de vida y un lenguaje para comunicarse con el mundo. En entrevista, Christine compartió sus experiencias como profesora y bailarina y sus ideas acerca de la danza y la técnica que enseña.

¿Cómo defines o cómo describes la técnica de Martha Graham?

Explicarlo es difícil porque es un lenguaje de movimiento, no verbal. Es una clave. En la técnica Graham hablamos de tres elementos esenciales: la respiración, el peso del cuerpo y la posición de espiral. Con la respiración sacamos el aire completamente, se dobla el cuerpo, cuando respiro abro el cuerpo. Eso se puede hacer de diferentes formas, al hacer fuerza y con golpes, con contracciones, ya sea despacio o de manera intensa. Todo ese manejo de la respiración es importante porque sobre todo vivimos respirando, es la vida misma.

El peso tiene que ver con la idea de que somos parte de la tierra, es el sentido de la fuerza que tenemos por estar en ella: cómo surgimos, cómo bajamos, la labor y la alegría de hacerlo. Como bailarines no intentamos ser ligeros, sino que se ve la fuerza de vivir, los esfuerzos necesarios para seguir. El peso es un elemento que da una calidad de movimiento muy particular a la técnica Graham.

El tercer elemento es el espiral. Para mí esta forma es una especie de oposición, existen puntos entre los cuales nos estamos ubicando continuamente. En la naturaleza, en todo el mundo, existe este movimiento de espiral: en la rotación de las esferas, en la cadena de ADN. Hay un fin y un principio pero jamás se llega a ellos. Es una repetición sin fin. Esta esencia del movimiento de Graham es clara en la manera en que manejamos los torsos, las piernas, la cabeza; a veces un movimiento se interrumpe repentinamente pero siempre dentro de un sentido de continuidad. De esta manera, la presentación de esta danza se estructura en muchas dimensiones, al contrario por ejemplo de la tradición del ballet clásico que, por su estilo e historia, tiene una representación frontal que obedece sobre todo a dos ejes. Nuestra danza implica un uso del espacio mucho más amplio.

¿Cómo vives la creación artística desde tu papel como profesora, coreógrafa y bailarina?

Es muy parecido. Como bailarina cuando realizo los papeles de Martha, sus obras por ejemplo, siempre desarrollo una interpretación, que es entonces una creación. Aunque la hago dentro de la forma y la estructura de la coreografía de Martha, recreo cada vez una interpretación propia diferente. Como maestra es igual, porque yo dirijo los ejercicios para los alumnos pero de una manera distinta para cada población de bailarines, pues cada uno tiene cualidades y necesidades propias. Siempre hay que pensar cómo adaptarlos. Haciendo coreografía ocurre lo mismo. Intento hacer una creación particular pero sé que al montarla con los bailarines ésta va a cambiar. Desde mi mente y mi cuerpo tengo que adaptar esa pieza a otro artista y resulta algo completamente diferente. Ese momento de trasladar de mi cuerpo al cuerpo de los bailarines es muy interesante, es un momento mágico.

La obra de Martha Graham, sus coreografías, tenían una relación importante con su contexto histórico, social y político. ¿Cómo sientes que es ahora esa relación de la danza con el mundo actual?

Cuando empezaba Martha era un tiempo increíblemente fuerte e importante. Los años treinta, los años entre las guerras. Un momento muy fuerte política y socialmente, realmente un fracaso de millones de cosas. Como Stravinski, como Picasso, Martha era uno los máximos creadores de lo que llamamos modernismo. El punto clave de lo que hicieron fue esa ruptura, el quebrar todo lo que existía y crear de nuevo desde ellos mismos como artistas. En ese sentido, yo puedo decir que sus obras son contemporáneas. Aunque la técnica de Graham y el ballet clásico, y muchos otros, como el arte de Stravinski y Picasso son viejos, son tan fuertes que siempre parecen contemporáneos por su cualidad de nuevo, de individual. En la actualidad, creo que hay artistas inventando sus propia maneras, su propia individualidad, pero la sociedad en general no funciona de la misma manera, realmente no es el momento de revolución como lo fue entonces. En la danza estamos en una búsqueda, un poco perdidos, hay tantas opciones, estilos y cosas, información e información, no estamos ahora concentrados con una voz importante ni política, ni social.

Martha, además, siempre pensaba en la importancia que tiene la danza en la vida. Para ella la danza no es decorativa, es esencial, es una manera de vivir. Es decir que, siendo bailarín, la manera en que yo enfrento la vida es con la danza, con mi cuerpo, con mis sentidos. Como artista necesito compartir algo al pueblo porque yo tengo una manera de expresarme que otra gente no tiene. La danza es un regalo, puedo hacer con ese lenguaje lo que otros no pueden, busco darlo, compartirlo, y esto es importante en el trabajo de Martha visto como una comunicación. No sé si mucha gente en la danza lo intenta ahora, pero los seguidores de la técnica Graham más o menos continúan con esa idea de la importancia de la danza por la vida y compartirla.

Sabemos que has filmado un video en el que exploras la relación de la danza con otras artes, ¿puedes hablarnos un poco acerca de ello?

Bueno, la poética que muestro en el video tiene que ver con la relación de las artes con la naturaleza y cómo la danza conecta todas esas cosas. De dónde viene el movimiento, de dónde viene el sentido del movimiento, viene de lo que yo he leído, o escuchado, visto, en la pintura, la escultura, en la literatura y la naturaleza. El sentido del aire, del agua, del cielo, todo eso es como yo creo mi movimiento, como yo lo siento. El video es una manera de mostrar cómo surge ese lenguaje de la danza.

¿Cómo ha sido tu experiencia en los cursos que has impartido en Oaxaca?

Es una historia que inició hace casi treinta años. En los ochentas, de gira con la compañía, nos presentamos en Bellas Artes, en la Sala Covarrubias, y conocimos una compañía muy importante de México, el Ballet Nacional, dirigida por la maestra Guillermina Bravo. Ella se guiaba con los principios de Martha y es la raíz misma de la danza contemporánea en México. Entonces vimos que existía un público de bailarines interesados en nuestro trabajo, así que los invitamos a ver los ensayos y tomar clases con nosotros. Ellos me invitaron después a impartir talleres. Yo sigo feliz de hacerlo y conocer México, porque además hay una relación muy fuerte entre el trabajo de Graham y la danza mexicana. No sé en qué consiste pero es muy fuerte, como no lo he visto en otros países. Creo que la técnica Graham se adapta muy bien con los bailarines mexicanos por su fuerza, por su pasión, por el desmadre. A mí me encanta trabajar con ellos porque son comprometidos y apasionados. Siempre es un placer enorme conocer y compartir lo que yo puedo enseñar. Mi video es también una muestra de esa interacción porque es una colaboración entre músicos y bailarines mexicanos y neoyorkinos, filmado en Colima. Esa colaboración es importante no solamente como muestra de mi poética de la danza, sino también de mi vida dancística aquí en México.

¿Consideras que la danza contemporánea mexicana o los bailarines mexicanos tienen cierto carácter que los distingue de otros, de la danza que se hace en otros lugares?

No sé, no conozco muy bien, pero a veces me parece que los bailarines y coreógrafos de México, y de otros lugares también, en New York igual, copian. No están creando con una voz propia. Se van más por una sopa que mezcla todo lo que han visto. Copiar es una manera de empezar pero no es el punto final, debe ser sólo una transición para descubrir una búsqueda, descubrir un lenguaje propio para saber en qué consiste realmente la danza contemporánea mexicana. Es cierto que tampoco hay una danza contemporánea de los Estados Unidos, hay muchas diferentes, entonces quién sabe, posiblemente no exista una sola voz de conjunto; aún así los coreógrafos deben experimentar y descubrir su expresión, no copiar. Pero esto es un trabajo difícil, de toda la vida. Martha trabajó durante treinta años para crear su lenguaje y treinta años para crear su obra, no es un trabajo de dos años, sino un proceso de vida.

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En su presentación en el Teatro Juárez, los bailarines mostraron la naturaleza de sus movimientos. A ritmo de percusiones, con respiraciones controladas y contracciones poderosas, los cuerpos se comunicaron con el suelo y con las posibilidades mismas de caer y levantarse. Los brazos y piernas surgían hacia atrás, hacia adelante, explorando las espaldas donde tienen su origen. Los alumnos fueron acompañados por la música de Shane Shanahan, integrante de The Silk Road Project de Yo-Yo-Ma y artista que consigue un sonido propio mezclando distintas tradiciones en la ejecución del tambor con elementos de jazz y rock. Los golpes ataron el ritmo en los vientres de los bailarines dando vida a una comunicación que vinculaba los pies danzantes al dramatismo de pausas y arranques de las manos de Shane. Haciendo a veces remolinos humanos, incluso olas y vientos, a ratos también flotando en el aire en forma de esculturas angulosas, los bailarines coordinaban formas poéticas en el espacio, llenando la música, no como una forma de invención escapista, sino como una expresión esencial que afianza su presencia en la tierra como seres humanos

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