El anuncio de que Homenaje al bibliófilo de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2012 fue concedido a María Isabel Grañén Porrúa nos llenó de satisfacción. Grañén Porrúa, doctora en historia del arte por la Universidad de Sevilla y presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), ha sido uno de los pilares de la recuperación y preservación de infinidad de archivos y bibliotecas de Oaxaca y el país durante las últimas dos décadas. Pocas personas se han ocupado de la restauración, preservación y estudio de los acervos bibliográficos de México tan afanosamente como ella. Ha escrito Los grabados en la obra de Juan Pablos. Primer impresor de la Nueva España. 1539-1560 (México, FCE-ADABI, 2010). El interés de Grañén Porrúa por los libros ha sido patente desde que junto con el artista Francisco Toledo y al empresario Alfredo Harp Helú, rescató el acervo dominico del siglo XVI al XVIII que conformaría la biblioteca Francisco de Burgoa, afincada hoy en el ex convento de Santo Domingo de Guzmán y que alberga 12 incunables y otros tesoros bibliográficos. Además fue directora del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, una de las instituciones culturales más reconocidas a nivel continental (1995-1998). Como presidenta de la FAHHO, de manera paulatina ha creado y consolidado una red de bibliotecas de distinta índole, que atienden a diversos públicos y atañen a distintos campos del conocimiento: la Biblioteca Henestrosa, inaugurada en 2003, y la BS Biblioteca Infantil, en 2008. La BS ha originado las Bibliotecas Móviles, varios camiones adaptados para ser bibliotecas, que recorren la serranía y valles de Oaxaca. Por último, gracias a su visión y persistencia, proyectos como El Jolgorio Cultural surgieron y continúan.

En esta conversación subdividida en temas, se traza un perfil de su trayectoria como  desde sus orígenes familiares hasta la fecha.

Los inicios:  la infancia, la vocación, Sevilla

¿Cuál son tus primeros recuerdos alrededor de los libros en tu historia?
Una de las impresiones más fuertes que tengo de mi infancia es la librería que mi abuelo tenía en la calle 5 de Mayo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Recuerdo esas paredes inmensas, llenas de libros, todos los seis pisos repletos, incluso hasta el sótano. Ahí jugaba con Manuel, mi hermano, escalábamos libros. Mi abuelo, Manuel Porrúa Pérez, era un gran librero, amaba su oficio, le fascinaba ir a trabajar. Estos libreros que todo lo guardaban en su cerebro y tenían contacto personal con el público, ya quedan muy poquitos. Tenía su biblioteca personal, a la que llamaba el cuchitril, y en aquella biblioteca que estaba repleta de tesoros, lo que más le gustaba era compartirlos, él sacaba un libro y te enseñaba y te contaba. Eso me marcó para siempre.

Provienes de un linaje de libreros y editores.
Mi bisabuelo fundó la librería Porrúa Hermanos con su hermano, la que está en Argentina y Justo Sierra, la mayoría de los mexicanos la conocemos. Luego mi abuelo abrió su propia librería, de ahí mis tíos y muchos parientes han puesto una librería. Mi padre tuvo una en la zona Rosa, en Paseo de la Reforma y Niza. Era hermosísima porque estaba llena de libros de arte. Mi papá nos hacía lavarnos las manos antes de tocar un libro y nos dejaba hojearlo y mirarlo, siempre había música clásica en la librería de mi papá. Por otro lado agradezco haber heredado de mi familia el amor a su trabajo. No concibo la vida sin trabajar y levantarte todos los días temprano. Mi abuelo acababa de trabajar a las 10 u 11 de la noche en temporada de textos y los sábados yo solía irme con él, y en vacaciones íbamos siempre a su librería. Fue así que crecimos en estos ambientes rodeados de libros. Ello queda en la memoria, en el inconsciente y luego va permeando.

¿Cómo se fue configurando en ti el gusto por la lectura y los libros?
Cuando eres pequeño te brindan los libros y uno los absorbe. Me acuerdo que mi mamá me compraba muchos cuentos y libros que tenían un disco y cuando sonaba la campanita le dabas vuelta a la hoja. Me gustaban tanto que me los aprendía de memoria. Yo aún no sabía leer y ya me sabía muchos cuentos. Le decía a mi abuelo: te lo voy a leer, y él decía pero esta niña ya sabe leer, y es que me lo había aprendido de tanto  repetir y repetir.

¿Y en la adolescencia?
Cuando uno va creciendo la vida te golpea. Uno tiene muchas opciones en la vida que elegir, uno es adolecente y no le teme a nada, y creo que el haberme refugiado en los libros me salvó. El haber decidido estudiar una carrera, dedicarme a ella, encontrar ahí mi pasión que en el fondo es encontrarte a ti misma, precisamente a través de los libros, es una especie de salvación, porque es una decisión personal que uno toma ante su vida.

Entiendo salvación en el sentido de la siempre ardua elección de la vocación, de lo que queremos ser. Tú elegiste el camino de la Historia del Arte para seguir conociendo a los libros. ¿Por qué te decidiste por esta disciplina?
Historia del Arte es algo que yo traigo dentro.  En todo momento admiro el arte, tengo el deseo de describir mentalmente cómo son las formas, los colores, las texturas, cómo se concibió la obra, en qué momento histórico, etcétera. Es una disciplina que si bien la aprendí, desde niña mi abuela materna siempre me llevaba a los museos y ella estaba pendiente de todas las exposiciones que llegaban…

Cuando uno tiene esta vocación, vas a un museo y sucede esa catarsis y sales sintiéndote muy bien, entonces dices por aquí es lo mío… Al final de mi carrera pensé que también los libros son un objeto bello, y pensé que yo quería adecuar los conocimientos aprendidos, aplicarlos a los primeros libros novohispanos y quizá en ese sentido mi abuelo me influyó. Ahora con mi libro sobre Juan Pablos, me sorprende que el otro libro existente sobre Juan Pablos es el de Agustín Millares Carlo que publicó mi abuelo.

¿Qué lecturas te determinaron en tus años formativos?
Es muy curioso, de las horas enfrente al librero de casa de mi madre, recuerdo un libro: Cuarto centenario de la imprenta en México, ese libro sin duda selló mi suerte. Contenía una serie de  artículos muy bien escritos sobre la historia del libro en México y sus antecedentes sevillanos. Además descubrí la bibliografía mexicana del siglo XVI de Joaquín García Icazbalceta ese libro es uno de los libros más admirados en mi formación. Que uno se forma en los libros, y es un libro con una erudición notable, se tardó 40 años en escribir su bibliografía, compraba muchos ejemplares y se carteaba con todos los intelectuales que había en México y en España buscando documentos y datos de los autores, de los impresores. Su hijo, Joaquín García Pimentel, sacaba las fotolitografías, y ya don Joaquín cansado después de 40 años, ya iba a publicar su libro le dijo: creo que vale la pena por el trabajo de las litografías…  Es un libro de los más hermosos que ha dado la prensa mexicana, es un libro sobre libros,  libro en extremos cuidado del papel, de la letra, la tipografía, las formas, que después Agustín Millares Carlo lo reestudió y todavía lo hizo aún más erudito  lo reeditó el FCE.

Y la decisión de estudiar el doctorado en Sevilla, por la investigación sobre Juan Pablos que ibas a realizar...
Era una aventura. También un pretexto haber encontrado el tema y la puerta para salir. Lo que quería era encontrarme. Era el pretexto ideal, Juan Pablos provenía de Sevilla, ahí estaba el gran Archivo de Indias. En ese tiempo vivía con mi abuela, quien no era tan de la idea que una mujer saliera de su casa sin casarse, y aunque una mujer muy conservadora pero también muy inteligente, sabía que no me iban a casar para salirme de mi casa. Por ello me impulsó de igual manera. Mi experiencia en Sevilla fue muy gratificante en el sentido que fueron años marcados por una soledad grande e introspección para encontrarse a sí mismo e ir conociendo otros mundos…

Mi estancia ahí me abrió el mundo, sobre todo porque ahí convivíamos muchos extranjeros que estaban en  la misma situación que yo, haciendo investigación en el Archivo de Indias, muchos latinoamericanos en busca de la historia de su país y empecé a  comprender la historia de Cuba, de Dominicana, a través de las investigaciones de estos amigos, de la situación política, de los autores…

Ahí advertí lo importante que para un historiador del arte era escribir y me di a la tarea de escribir, si bien la mejor manera de aprender a escribir es seguir leyendo…  En esta incursión en el mundo de la investigación conocí a Klaus Wagner, un maestro del departamento de . Él había publicado un libro de un impresor llamado Martín Montes de Oca. La marca tipográfica de Martín Montes de Oca aparentemente había llegado a América, luego nos dimos cuenta que no era exactamente la misma pero incluso, el material tipográfico siempre me llamó la atención, me atrae mucho este impresor, me despierta mucha inquietud… Llegué a su oficina, me senté y le dije: necesito un director de tesis, y me dijo: mira niña yo, ya no dirijo tesis, porque los tesistas no son responsables. Pero yo sí soy responsable, respondí.

Le expliqué mi investigación y luego de una negociación, su resistencia inicial accedió. Enrico Martínez usó la marca tipográfica y cómo llegó a América este material, le interesó. En ese momento sentí la seguridad y la gran responsabilidad de decir ahora es cuando y me senté a escribir y aparte los libros mexicanos del siglos XVI fueron el pretexto para ir a conocer todas las bibliotecas maravillosas del mundo.

Pasé temporadas por Madrid, estuve en Londres, en la biblioteca Británica, la biblioteca John Carter me dio una beca, y mientras tanto pasé a NY, estuve en México. Escogí un tema pesadísimo: un siglo de grabados en la obra de Juan Pablos, el primero impresor de América. A partir de la imagen, el impacto visual, la belleza de los libros, me di cuenta que me encontraba con los impresores, con su vida, con el momento, con todo lo que estaba pasando más allá de una simple imagen, una pura descripción, había luces de estilos, de manos, de grabadores, en fin, que iban dándole mucha luz a mi investigación en la que me tardé cinco años.

La llegada a Oaxaca: una llamada inesperada, el rescate y conformación de la Biblioteca Burgoa y el IAGO

Para este momento, ya de vuelta en México, trabajando en tu tesis, cómo fue que llegaste a Oaxaca.
Hay cosas que uno no sabe porque suceden. Tenía 24 años y entonces iba a algunos congresos, publicaaba algunos artículos, pero no era una estudiante muy conocida. Un día recibí una llamada que cambió mi vida. Era Francisco Toledo que me proponía venir a Oaxaca a hacer una exposición de unos libros antiguos que estaban tirados en la universidad. Luego supe que fueron maestros míos de la Universidad Iberoamericana, pero que también trabajaban en la UNAM o en Puebla, los que me sugirieron, ante la pregunta de Toledo de quién podrá hacer una exposición de estos libros.

Pensé: ¿Oaxaca? ¿A ver libros una semana? Pues quién se iba a negar, eso no me impedía terminar con mi promesa de cerrar el ciclo doctoral. Y vine a Oaxaca. Nunca imaginé que iba a estar frente a una de las bibliotecas más importantes de México. Hallazgo tras hallazgo. Y no era mi ojo, era el acervo de los dominicos. Relizamos una exposición en el MACO, en 1993, muy didáctica, pensada para un público que poco o nunca está en contacto con los libros, el fondo reservado de las bibliotecas nunca lo vemos ni tenemos acceso. No hay cultura del libro ni de exposiciones sobre libros. Hablaba sobre su belleza, la tipografía, las portadas, el papel, las guardas, las encuadernaciones, grabados muy muy impactantes, muy bellos, a color, blanco y negro, con sombras.

Al final de la jornada, había una biblioteca que estaba llena de libros con hongos, comidos por la polilla, por los ratones. Había una nota que decía que lo más triste era cuando las inclemencias del tiempo siempre hacen lo suyo, pero lo peor, el enemigo más grande es el hombre que saquea las bibliotecas y las acaba vendiendo al extranjero. El día de la inauguración Toledo y el entonces rector de la UABJO me propusieron catalogar la biblioteca. Confieso que dije que sí, aunque pensé, estoy loca, eran 27,000 libros y yo sin formación de bibliotecaria. Pero todo ese viaje entre bibliotecas me dotó de nociones de cómo quería una biblioteca, cómo pensaba que debería estar esa biblioteca y también sabía que si estaba al frente no iban a faltar libros…

La Biblioteca Francisco de Burgoa

Cuéntanos de la evolución del proyecto para el rescate del fondo de la UABJO, ahora Biblioteca Francisco de Burgoa
Primero visité a la directora en este momento de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, la doctora Stella González Cicero, a quien pedí ayuda. Su respuestas fue de extrema generosidad, me apoyó en todo lo que estuvo en sus posibildades para concebir y emprender el proyecto de recuperación del fondo universitario de la UABJO. Persona de una gran calidad humana y de gran vocación social.  Y uno de los grandes conocimientos que he aprendido en Oaxaca, es servir a  la sociedad; por medio de salvar una biblioteca estaba colaborando en la formación de este país que soñamos y que deseamos. No lo comprendía en ese momento, ahora lo entiendo mejor.

Empezamos el reto en enero de 1994. Empezaron a salir libros impresionantes, había once incunables, hace poco encontramos uno más pero, no solamente los libros incunables eran impresionantes, hasta los libros del siglo XX de la biblioteca de Jacobo Dalevuelta, periodista oaxaqueño.

Una mina especialmente en los libros coloniales, de la época del virreinato, estas bibliotecas que tenían especialmente los dominicos, que no tenían nada que envidiar una biblioteca contemporánea que hubiera en Europa.

Cómo se llegó a la  conformación final de la BFB, cómo se llegó a que Santo Domingo fuera la sede definitiva.
Nosotros empezamos en 1994 y me fui a España. Regresé y empecé a dirigir el IAGO y yo seguía trabajando los dos proyectos. Luego vino el CFMAB y yo seguía con la biblioteca, justo en enero del 94 empezó la obra de restauración el ex convento, esta obra fue la obra más importante de restauración en Latinoamérica de un inmueble, era inmensa.

Cuando se estaba restaurando el ex convento de Santo Domingo de Guzmán yo le contaba a Toledo y le di una lista de libros importantes y él me decía, por qué no cambiar esa biblioteca a Santo Domingo si es tan importante.

La catalogación e inventario ¿dónde se realizó?
Era en ciudad universitaria en el edificio donde ahora es la Biblioteca Vasconcelos, en la parte de abajo, era un edifico horrible y sin las condiciones mínimas, cuando llovía se filtraba el agua, fumigamos… Pese a ello ahí empezamos a ordenar los volúmenes y a capacitar a la gente. Trabajamos de sol a sol, todo el día estábamos metidos viendo los libros, ordenándolos y adecuado el proyecto a las necesidades de….

En esta etapa ya tenías el apoyo y la asesoría de Estela…
Sí, claro… Hablaba yo de la importancia del acervo y le mandamos una petición al INAH en ese entonces Teresa Franco era la direcotra y aceptó. Y el rector vió el espacio y dijo, sí…

Cuando iba a buscar libros novohispanos no estaba viendo como funcionaba una biblioteca pero lo vas viviendo. Entonces cuando tienes el reto de cómo va a funcionar una biblioteca tú sabes cómo quieres que funcione, tú como investigador cómo quieres que te atiendan, y como quieres que estén ordenando los libros, y son cosas que se te van quedando y son las que vas viviendo…

¿Para terminar lo de la Burgoa, un balance?
Te voy a decir mi percepción, en términos generales, sí es una biblioteca saqueada, faltan libros, pero mucho menos saqueada que muchas otras. Respecto de la Palafoxiana de Puebla que es más grande en número, hay ejemplares mucho más raros en Oaxaca. Puebla estaba más cerca de la ciudad de México y a quien hay que temerle es a los conocedores, y Oaxaca estaba más lejos, más difícil de llegar y eso quizá también le impidió, ahora lo que yo he estudiado de la historia de la biblioteca es que llegaron gentes muy honorables como directores de la misma. He revisado catálogos del siglo XIX, ese inventario precisamente del Instituto de Ciencias y Artes, cuando se vienen todas las bibliotecas que es cuando se forma la Biblioteca Pública del Estado, por cierto la primera biblioteca pública del país, promulgada por una ley de 1826.

El acervo —un acervo consultable— ha crecido desde entonces. A los investigadores les gusta estar en la biblioteca porque se respira un ambiente de servir al investigador.

¿Cuando inicias tu labor de dirección el IAGO?
En el camino yo seguí haciendo mi tesis doctoral, fue una de las premisas que le comenté a Toledo, la quería defender en Sevilla, a fines de 1994. Cuando regresé tenía varios recados de Toledo y pensé que me iba a correr. Y cuando hablo con él me propuso la dirección del IAGO. Esto hizo que me fuera estableciendo más en Oaxaca. El trabajo del IAGO me acabó de empapar del talento de Toledo, de sus locuras, de su amor por esta ciudad y por la gente. Desde entonces tengo la certeza de que lo mejor que ha hecho Toledo, aparte de sus piezas que enamoran al mundo entero, su obra que ha permeado es la biblioteca del IAGO. Haber convertido su casa en una biblioteca, haberse salido para que la gente lea libros, sin duda una de las mejores bibliotecas de arte… Realmente los habitantes de esta ciudad hemos hecho parte de nuestra vida esta biblioteca, esto es lo que hace la diferencia. Cuando trabajé en el IAGO Freddy Aguilar era el encargado de la biblioteca y lo primero que hice fue que Freddy fuera el director de la biblioteca… Con Freddy y con el propio Toledo aprendí una cosa: que las mejores escuelas del mundo están en los libros, porque para Freddy también su salvación fue haberse convertido en lector y Toledo, que cuenta era mal alumno, es un lector voraz. El  conocimiento del mundo se encuentran en los libros y qué mejor que compartirlos. Más tarde, en 1996, Toledo compró una casa bellísima y fundó el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, con esta misma intención de volver a llegar a la sociedad, un sector que no tenía gran eco en Oaxaca y fue un gran acierto, su fonoteca, la biblioteca para ciegos. (…)

Al mismo tiempo seguía con esta adrenalina de seguir haciendo más proyectos, claro que hubo un momento en que ya no podía, entre los proyectos que estábamos haciendo con Alfredo y los proyectos de Toledo que seguían creciendo y creciendo y creciendo, entonces el hecho de que yo ya no pudiera o quisiera seguir dirigiendo el IAGO era como bueno, está bien mientras que esté Toledo habrá quien lleve el timón y quien esté remando, pero sin duda mi corazón y mi formación está en el IAGO. Lo dejé en el 98.

Alfredo Harp Helú, la vocación social, la Fundación…

El encuentro con AHH, la vida da un vuelco; el Museo de Filatelia, la piedra de toque
Los azares de la vida y a raíz de mi trabajo en el rescate del acervo de la hoy Biblioteca  Francisco de Burgoa, me llevó a conocer a Alfredo (Harp Helú). Más tarde, Alfredo al ver lo que estaba haciendo en el IAGO, las exposiciones que preparaba, observó que había una casa que se había convertido en museo y biblioteca, que se había rescatado un inmueble. En algún momento me dijo que tenía una colección de timbres postales que ya no deseaba siguiera metida en un cajón.  y después de conocer el museo postal de Washington empezó a concebir la idea de  otra casa, otro museo. Fue este modelo como se creó el Museo de Filatelia de Oaxaca (MUFI) que cuenta con una biblioteca maravillosa, de José Lorenzo Cossío, que hace unos meses la adquirimos, es una de las bibliotecas más completas sobre filatelia en México. El museo empezó con dos colecciones, hoy tiene millones de estampillas postales que la gente ha donado. El MUFI, además, es un espacio de encuentro, un lugar donde los niños han sido formados, que se ha ido consolidando como un centro cultural, un refugio más que la sociedad está esperando. (…)

A la muerte repentina y dolorosa de mi padre heredé su librería. Pero no me iba a regresar al DF tampoco quería cerrar una librería en este país. Y me dijo un día Alfredo: ya te compré tu casa para que pongas tu librería en Oaxaca, entonces para mí era esta ilusión de rescatar el inmueble, restaurarlo y adecuar la casa para hacer una librería, la librería de mi papá, darle continuidad a su trabajo que tanto amó. Tenía 27 años cuando falleció y aquí cumplimos 13 años, entonces ya serían 40 años de la librería de mi papá, y estoy segura que él estaría feliz de ver aquí en Oaxaca, la librería con su nombre y dándole vida….

Después del MUFI se sucedieron los proyectos
Del MUFI, la librería y como no podemos estarnos quietos jamás, la Biblioteca Henestrosa, luego la Casa de la Ciudad, y luego la fundación de ADABI, después la Biblioteca Infantil y a su vez todo lo que ha irradiado, las bibliotecas móviles urbanas, proyectos de lectura, de promoción, de rescate, espacios tanto de platafomras de lectura como proyectos de Seguimos Leyendo, y ya menciona aquí revistas culturales. Por último el Museo Textil —que comtiene una biblioteca sobre textiles y diseño que nos obsequió Toledo— y el rescate del ex convento de San Pablo, que se ha enriquecido con nuevos acervos que se han comprado y que es muy afortunado tenerlos en Oaxaca.

¿Cuál dirías, en síntesis, es la visión y misión de la FAHHO de la que eres presidenta?
La FAHHO es un gran reto. Pero concibo a la fundación no como un ente aislado que produce cosas desde arriba, sino que se conforma gracias al talento de muchos equipos, y la manera como estos cuerpos van caminado es porque hay un impulso común. No todo lo que sucede en la fundación es gracias a mí, sería absurdo y mentiroso decirlo, sería imposible. Lo único que hice es vamos adelante, vamos a echar a andar las cosas…

¿Podríamos decir que se genera una suerte de inercia?
Sí, de la misma sociedad civil, y que al mismo tiempo van invitando a otras personas de la sociedad civil a sumarse en un camino se llama el humanismo. Y creo que ahí esta el acierto, nosotros nos interesa vivir como seres humanos pensantes y comprometidos con la sociedad. Ahí es donde básicamente están los proyectos de educación y hay tantas historias que dan una satisfacción enorme y aparte y la otra de decir si se puede, por que si con poco lo hemos logrado, este país tiene que cambiar, y vamos a apostarle a eso. No podemos dejarnos, claro que son cosas que nos dejan helados, la violencia nos rebasa. Pero lo que hemos aprendido en Oaxaca es que tenemos que apropiarnos de la calle, de la ciudad, de los lugares y no dejar que otras cosas nos empañen la visión y entonces si apostarle al deporte, a la cultura, a la salud y a la educación. Lo que la gente realmente quiere es un trabajo en un lugar que los haga realmente felices y puedan servir al trabajo donde están, la gente no quiere hacerse rica y millonaria nada más porque si, la gente quiere trabajo y que felicidad que ese trabajo este acompañado de la música, del arte, la lectura…

¿Cuál es tu prospectiva de la FAHHO, luego de la reciente apertura del ex convento de  San Pablo y la nueva sede de la FAHHO?
El reto es actuar, no es obtener. Lo importante es que esto funcione y que camine. Lo importante de abrir la Biblitoeca Infantil no era llenar las paredes de libros, el reto es mantenerlo con vida y tener un director y museógrafos y cuenta cuentos y difusión y talleres para jóvenes y para niños y taller de poesia y narrativa y conciencia social y lingüística y tener bibliotecarios… A mí no me interesa crecer por crecer sino echar raíces, que realmente estemos llegando a los corazones de la gente, porque sino ninguno de nuestros proyectos tendría sentido.

Le podríamos llamar la nueva filantropía. Me irrita un poco como conciben la filantropía desde unos cotos de poder y como regalando el dinero, aquí no se regala absolutamente nada, cada peso que se da cada peso que se cuida. El objetivo es llegar al fondo de las cosas, realmente formar a tu gente, formar a tus equipos, mirar hacia delante, escucharlos. Y también nos equivocamos, vale también equivocarse pero en el fondo el día a día el trabajo diario eso es lo que nos motiva a seguir adelante no que la fundación o San Pablo crezcan. El objetivo es que sea parte de la sociedad, que tenga vida, de que nos sirva este inmueble tan bonito para que se vuelva a olvidar.

¿Cuál es el siguiente reto?
El reto siguiente reto es el Archivo General del Estado de Oaxaca. Si uno no aboga y salva ese archivo se va acabar perdiendo para siempre. Es un milagro que dadas las condiciones sufridas el archivo haya llegado hasta el día de hoy, es una vergüenza y lástima. Y duele muchísimo ver en qué condiciones está la memoria de Oaxaca y creo que es un esfuerzo que tenemos que hacer todos y que también la sociedad civil comprenda que ese archivo es de ellos… ADABI ha sido un antes y un después de las bibliotecas y los archivos de este país, es increíble; así con El Jolgorio Cultural, a lo que ha llegado a ser y a convertirse para la sociedad, para esta ciudad.  Creo que en todos los ámbitos es muy similar, sí se ha llegado a ir transformando las cosas y no solamente por el dinero, es el trabajo, el talento de tanta gente dedicada a ello.

Homenaje al Bibliófilo Fil Guadalajara 2012

Cito una definición del bibliófilo que usa la FIL de Guadalajara: “el placer de tener entre las manos un incunable o una obra de la que existen muy pocos ejemplares, el espectáculo de oler y contemplar ejemplares intercalados en estanterías de piso a techo, los nombres más menos familiares estampados en sus guardas, el aprecio por un tomo singular encuadernado a su gusto o marcado con su propia marca de fuego, son algunos de los motivos del bibliófilo, celoso amante del pasado, lector ávido, erudito, y sobre todo defensor de la sabiduría que entraña el libro”. ¿Te identificas con esta descripción?
En parte sí, sin duda, claro que en mí produce un placer… No solamente el contenido del libro, sino la belleza del libro, me emociona encontrar un tesoro, una obra bella. No obstante, a diferencia del resto de los bibliófilos, yo siento que no sólo es el libro, sino hay que leerlo, comprenderlo, saber. Te vas enfocando hacia ciertos temas que van hablando de ti mismo. Tengo una biblioteca, pero no es ninguna que se destaque, porque toda mi energía la he enfocado en abrir bibliotecas, en compartir. Yo diría que voy por la vida recogiendo palabras y compartiéndolas. Esa es mi misión, rescatar del olvido tantos libros y documentos, y hacerlos llegar a la colectividad. Me irrita cuando una biblioteca está cerrada, me da coraje cuando se prohíbe la consulta de archivos, es absurdo. Más que poseerlos este deleite que siento es por poseer el conocimiento. También he aprendido, que el que realmente es sabio es el que sabe vivir la vida, el que sabe que la vida es un instante. La ignorancia no es una cosa por la que uno debe de avergonzarse, a mí me asustan más las personas insensibles, no las ignorantes, porque ellas tienen el deseo de aprender más, pero una insensible es una que realmente lastima, molesta. No es capaz de sentarse ante un concierto, escuchar una poesía…esa razón del mundo es muy dolorosa y difícil. Yo creo que  a todas las personas que antes la FIL distinguió por ser bibliófilos, sí eran las grandes plumas de este país. Me gusta escribir, me gusta ser historiadora, yo cumplo con mi papel, pero también vengo rompiendo estos esquemas. No tengo la sabiduría  ni mucho menos me creo como estas grandes personas.

De ahí que el premio que da la FIL rompa esquemas. Me alegra mucho este premio, porque es el reconocimiento a la labor de miles de personas que se han sumado a la tarea de rescatar y compartir los libros,  la palabra. Este premio debe ser compartido por todo el equipo, ya que estamos en camino por un mundo mejor.

Considero que la FIL de Guadalajara te asignó este homenaje, porque se basó en la trayectoria que has recorrido: tu labor en la recuperación de bibliotecas y consolidación de éstas, investigación de libros sobre libros y, junto con Alfredo Harp, por la creación de proyectos de lectura y espacios para hacer de este país, de este mundo algo distinto. Para finalizar, ¿qué significa este reconocimiento nacional en tu trayectoria?
Yo creo que los archivos han cambiado mucho en los últimos diez años. Creo que es muy difícil hacer un llamado a las autoridades porque ni siquiera voltean a ver la FIL, pero lo que sí hemos logrado es ejercer presión a las organizaciones para que apoyen el proyecto.

A mucha gente le da gusto el hecho de que sea mujer y que sea la más joven en tenerlo. Me dicen muchas veces: “vas a ser la persona que más va a durar con ese premio”.  Independientemente del sexo, yo siento que los homenajes no se eligen de esa forma, sino por el talento, el trabajo… Hay tantos coraoznes sensible en donde esto puede ser como una luz y decir no están solos, hay un chorro de gente que estamos trabajando, así que alegrémonos.

María Isabel Grañén Porrúa en 7 palabras
Silencio: el silencio es el lujo del siglo XX.
Memoria: es lo que nos da sentido.
Poesía: el juego de la palabra.
Archivo: los depositarios de la memoria.
Azar: ¿será el destino, será la providencia?
Juan Pablos: mi impresor chiquito.
Oaxaca: Oaxaca es mi vida, y mi vida es mi familia.

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