Hay libros que son la culminación de un proceso —no sólo editorial, sino de investigación, de gestión cultural o de creación artística—; otros son el inicio de proyectos compartidos —imagino el primer volumen de una colección—, pero el libro que hoy recomiendo es al mismo tiempo una promesa cumplida —para quienes integraron la especialidad en Historia del Arte en Oaxaca— y un compromiso de acompañamiento que se hace extensivo a quien lo quiera tomar. Es a la vez el fin de un camino y el inicio de otro más largo y prometedor.

Ciclos pictóricos de Antequera-Oaxaca, Siglos XVII-XVIII. Mito, santidad e identidad, (FAHHO, IIE-UNAM, Seculta, UABJO, Proveedora Escolar; 2013) es un volumen que ya forma parte de la historia de los estudios estéticos en Oaxaca —una referencia obligada para los apasionados de la pintura y el arte no sólo en la entidad, sino en el país—, pero también es la carta de presentación de un proceso de decidido acompañamiento que la Fundación Alfredo Harp Helú ha hecho —desde 2008— para establecer  la licenciatura en Historia del Arte —tutelada por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y la UABJO— y formar especialistas que exploren nuevas rutas de sentido, que aborden otras líneas de investigación para que surjan diferentes sensibilidades sociales. El nacimiento de esta licenciatura y este libro están profundamente ligados; el vértice es la FAHHO.

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Ciclos pictóricos incluye cinco ensayos, autoría de Marina Corres Tenorio, Jaime Cuadriello, Selene García Jiménez, Perla Jiménez Santos y Juan Manuel Yáñez García, investigadores del IIE-UNAM que, a partir de estudios sobre programas pictóricos religiosos y civiles oaxaqueños, elaboraron ensayos que destacan la importancia de la pintura en la representación, construcción, difusión y consolidación de mitos y prácticas culturales religiosas o del imaginario sobre los benefactores de la ciudad. Estos estudios manifiestan, a partir de diferentes casos profusamente documentados, el incalculable poder del arte como un mensajero exquisito y sorprendente a la vez que preciso y certero —siempre sujeto al análisis— de determinadas ideologías y grupos sociales.

En la historia de Oaxaca los acontecimientos sociales, políticos, económicos y religiosos se entrelazan íntimamente con el arte —con sus creadores y promotores—, pues el arte no sólo es una representación, sino una forma de transfigurar lo cotidiano, y con él, al mundo. También el arte —el novohispano que ocupa al volumen reseñado— es la manifestación de una intención estética que desea inscribirse en lo histórico, una expresión que anhela trascender el tiempo con un mensaje inalterable en la medida de lo posible.

Si cada momento histórico refleja en el arte sus inquietudes, deseos y limitaciones, y el conocimiento detallado de este patrimonio, en los ensayos incluidos en Ciclos pictóricos subyace la esencia del periodo novohispano: el humanismo vinculado con las virtudes “neoestoicas” del catolicismo, como señala uno de los autores.

El volumen permite al interesado en arte, pero también a quien gusta de la historia de Oaxaca, adentrarse en un escenario bien ilustrado —en ambos sentidos: con imágenes y con reflexiones y datos aportados por los investigadores— que bosqueja aquella época. Los datos e imágenes reveladas en este volumen, a muchos oaxaqueños, les permitirán ver con otros ojos esta ciudad de piedra que a diario caminamos y que en ocasiones nos agobia.

En el estudio sobre el lienzo La Conculcación de la Santa Cruz de Huatulco y en general sobre el programa pictórico de la capilla de aquel puerto, el lector podrá notar la importancia de la pintura para la integración del mito y del rito en torno a este madero que fue trasladado en 1612 a la Catedral de Antequera, y del cual aún se conservan vestigios. A partir del ensayo sobre el Retrato del capitán Manuel Fernández Fiallo de Boralla, atribuido al pintor criollo oaxaqueño Isidro de Castro, conocemos los vínculos durante este periodo—pocas veces vistos, según señala Jaime Cuadriello—entre la pintura retratista y la labor emblemática, así como la concordancia entre la emblemática con el sermón panegírico escrito en honor al “benefactor fundador” portugués, entre otros.

Este volumen, editado por Jaime Cuadriello, cuidado por Juan Manuel Yáñez y diseñado por Mario Lugos y Araceli Cruz López, es una bella mirilla que nos permite atisbar un exquisito amanecer para el arte en Oaxaca.

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