José Saramago decía que los libros son como piedras que ponemos sobre el cauce de un río para llegar hacia el otro lado. Claro que el camino, la lectura que hacemos de los libros, es muy importante, pero lo es más el lugar al cual llevarán al andante. Otras posibilidades se abren ante quien construye —para sí y para los demás— un camino con libros.

Sabedores de que la lectura brinda esta posibilidad, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO) creó Seguimos Leyendo, que más allá de ser un programa cultural, es un motor de mejora comunitaria, una forma de construir una sociedad mejor.

Seguimos Leyendo inició en 2009 dirigido por la doctora Socorro Bennetts, con apoyo del DIF estatal. Esta iniciativa social y cultural ayuda a rehabilitar, formar, gestionar y dar seguimiento a las bibliotecas escolares donde se lleva a cabo, y a acercar a la lectura mensualmente a más de 5000 niños de 25 escuelas de la ciudad de Oaxaca de Juárez y los municipios conurbados. En cada ciclo escolar participan más de 210 lectores voluntarios que comparten 8400 historias que sorprenden a niños de 6 a 12 años.

Este proyecto, emanado de la sociedad civil, apuesta por el desarrollo no sólo de los niños que escuchan las historias de los lectores, sino también de quienes participan en el proyecto. Cada mes los voluntarios reciben capacitaciones sobre tono, mímica, énfasis y más herramientas que les ayudan a contagiar a los niños el gusto por la lectura.

En este proceso de mejora continua fue que la escritora y psicoanalista boliviana Jenny Pavisic impartió, en el Centro Académico y Cultural San Pablo, la conferencia El Cuento Clásico Infantil: Conocerlo, Analizarlo y Releerlo a los Niños, dirigido a todo público, y el taller La Estimulación de las Inteligencias Múltiples a Través de la Lectura de Cuentos, pensado en los voluntarios de Seguimos Leyendo.

Una forma ampliada de narrar
El objetivo del taller que Jenny Pavisic ofreció en la capilla de San Pablo como parte del programa de capacitación de los voluntarios de Seguimos Leyendo fue mostrar a los lectores distintas maneras de estimular diversas inteligencias de los niños al momento de contar historias. “Es leer igualito, pero teniendo la intencionalidad de mover mucho más a los chicos.  [Porque] la misma lectura puede provocar sinfín de cosas cognitivas”.

A partir de ejercicios lúdicos, Pavisic despierta en los niños un nivel de atención mayor que les permite no sólo percibir de mejor manera la historia narrada, sino desarrollar capacidades que la sola literatura no incentiva, o no comúnmente, como el pensamiento matemático, musical, etcétera. “Es dar herramientas a los lectores. La misma historia encierra otras historias y puede ser narrada de otra manera, para estimular en los chiquitos otras sensibilidades. Por ejemplo, los personajes de los cuentos pueden tener voz y ritmo, entonces, así se trabaja la inteligencia musical; cada vez que aparezca la hormiga nos dices cómo es una hormiga, cómo será la piel… Si un colmillo de este elefante mide tanto, y en cada centímetro entran seis hormigas, cuántas hormigas entrarán”. 

Los cuentos clásicos y la formación infantil
Durante su conferencia, Pavisic, ante un auditorio lleno de personas ávidas de conocer más respecto a los cuentos clásicos infantiles, retomó los siguientes temas: definición de cuento clásico, las diferencias entre el cuento clásico popular y el cuento clásico literario, los tipos de literatura infantil, algunos recopiladores e ilustradores de cuentos clásicos populares, entre otros.

En entrevista, Jenny Pavisic puntualizó: “Fui una niña alimentada por cuentos clásicos. Leía cuentos yugoslavos, que tienen que ver con mi origen, cuentos rusos, escandinavos, de la India, chinos y recuerdo mi sensación de niña. Era como estar cerca de un enigma. Algo que no era revelado pero era enormemente atractivo”.

A partir de este sentimiento recordado, Pavisic empezó a buscar un lugar en donde se estudiara específicamente este tipo de narraciones y, al no encontrar alguno, consideró pertinente seguir investigando. Así fundó, hace nueve años, un seminario permanente de lectura y análisis de cuentos clásicos infantiles.

La escritora considera “cuento clásico popular infantil” al que reúne tres características: 1) tiene un origen anónimo, 2) se transmite a partir de la tradición oral y 3) ha sido escrito por algunas personas, a quienes se considera los creadores de las versiones originales.

La premisa principal que guía el trabajo de investigación y difusión de Pavisic sobre los cuentos clásicos infantiles es su asombro por saber cuáles son las características de los cuentos que han sido narrados durante siglos, en distintos países. “Siempre me pregunto qué hace que un cuento se quede entre nosotros”.

La respuesta, considera la escritora, es que a nivel mundial existe un grupo de cuentos que son muy importantes para apuntalar el “desarrollo psíquico del ser humano”, que deberían ser leídos entre los seis y siete años, recomienda, “cuando el niño ha salido de ciertos problemas y está enfrentando otros. Donde lo edípico ya se ha explicado, por ejemplo”.

Estas historias continúan siendo narradas porque, como también afirma Bruno Bettelheim en Psicoanálisis de los cuentos de hadas, abordan de manera simbólica los problemas que el niño enfrenta en esa etapa de crecimiento.

Las historias se relacionan “con lo más profundo y sensible del ser humano, cuentan lo que el niño necesita escuchar, algo que tiene que ver con un viaje, en el que todos los personajes y las situaciones son más simbólicas que literales y literarias. Un viaje que hacemos todos nosotros desde la infancia hasta la madurez y en el que suceden cosas: alguien que no lo era se transforma en un héroe, por ejemplo. Pero también, los cuentos clásicos infantiles narran las dificultades con que uno se encuentra. Al viajar se sufre mucho, se deben enfrentar muchos obstáculos, por eso los cuentos narran con mucha claridad lo bondadoso y la maldad, y a los niños los ayuda a entender la vida. Hay a quienes no les gustan estos cuentos porque son maniqueos, pero ése es su propósito, que los niños distingan con claridad qué es bueno y qué es malo”.

Estos cuentos son una ficción, claro, pero una ficción que narra algo sobre la naturaleza afectiva del ser humano, por eso representan tanto la alegría como el dolor. En todos los cuentos clásicos infantiles existe esa mezcla necesaria de crueldad y ternura que permite a los niños conocer los peligros de una manera sublimada. Las historias endulzadas de estos cuentos, que quitan a la versión original las partes tristes, plantean a los niños no sólo otro contenido literario, sino otra formación sentimental, vacua.
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¿Qué se les quita a los niños cuando se les dan historias endulzadas o falsamente enternecedoras?

“Se les quita la posibilidad de reflexionar sobre los temas importantes de una historia. Los invito a leer la Sirenita. Es de las historias más bellas que se han escrito. No tiene que ver nada con la caricatura de Disney, donde se trivializa el contenido”. 

¿Cómo volver a que los padres y los niños lean las versiones originales de los cuentos infantiles?
“Hay que recuperar esos cuentos. Mi seminario tiene ese propósito. Muchas de las personas que han llegado a mi seminario a lo largo de nueve años son mamás preocupadas por cómo le van a decir al niño que sus padres los abandonan en el campo porque son pobres y para que se los coman los lobos. A los niños no les causa ningún pavor. Ésa es la vida: los temores a ser abandonados, a ser derrotados. Y los niños, cuando escuchan esa historia que está sin palabras, como sentida, piensan: eso es lo que me pasa, oh, ah. Seré capaz de vencer, de poder salir de un problema. Es mucho más terrible la violencia en la televisión porque no hay sentido alguno”.

Las mamás y los papás, ¿cómo han reaccionado?

“Se han sorprendido y han transformado paradigmas. La crueldad esa terrible que veían no es tal, y tiene un sentido. Hay una característica de los cuentos clásicos por los que muchos papás se asustan, y es que el mal es castigado, muy castigado, castigadísimo. Al malo lo meten en un tonel de aceite hirviendo, cosas así. Esos niveles de crueldad, digamos, es importante que sean contados. Lo increíble es que cuando el niño escucha el castigo queda en paz, porque el mal debe ser castigado, no hay impunidad. El malo va a ser castigado y lo va a castigar su padre, su madre, no importan quién. Se castiga al mal, no a la persona. Los niños entienden eso y quedan contentos”.
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